domingo, 17 de junio de 2012

PELÍCULAS RECOMENDADAS

LA OLA


Carátula de La OlaLa historia suscita cuestiones filosóficas variadas y estimulantes. Nos trae el pasado al presente, pone en relación tiempos diversos y plurales, compara formas de vida y de pensamiento. Una de las preguntas relacionadas con la filosofía de la historia consiste en plantear la posible repetición de sucesos del pasado: ¿Es posible, por ejemplo, que ocurra una tercera guerra mundial? Es posible que ocurra nuevamente Auschwitz? Después de la experiencia del nazismo, ¿Podría volver a ocurrir que el totalitarismo fascita se instalara en algún gobierno europeo? El sedante de la costumbre y la cotidianidad nos lleva a rechazar tal hipótesis. Parece que contamos con mecanismos políticos y sociales suficientemente sólidos como para desechar tal hipótesis. Por el contrario, la película que presentamos hoy, plantea un argumento distinto: no se trata de una cuestión política, sino fundamentalmente psicológica. Es nuestra mentalidad la que puede predisponernos al totalitarismo.


EL GABINETE DEL DOCTOR CALÍGARI

El gabinete del doctor CaligariA veces el sueño provoca reacciones inesperadas: hay quien habla mientras duerme, otros incluso se levantan y pasean. La película de la que hablamos hoy da un paso más allá: algunos llegan incluso a matar. Hasta esos límites (y más allá) llega el poder del inconsciente: anular la voluntad y quedar entregado a otro, a un dueño capaz de decirnos qué debemos hacer. Sin ningún tipo de restricción moral. Sin prohibiciones ni cuestionamientos. El gabinete del doctor Caligari nos habla precisamente de esto: del poder del sueño y del inconsciente, en un tiempo en el que el psicoanálisis estaba en un auge imparable. Bucear en las profundidades oscuras de la conciencia, con una componente adicional: el poder, la sumisión a otra voluntad como trasfondo. La ambición de la ciencia por conocer desemboca en la irracionalidad de la dominación: quizás si conocemos los mecanismos del sueño podamos llegar a subyugar al soñador, a obligarle a hacer incluso lo que jamás haría en estado de vigilia. La ciencia, el poder y el inconsciente: un cóctel explosivo para una película sorprendente.


EL ORIGEN


Carátula de OrigenLa cuestión de la diferencia entre el sueño y la vigilia tiene un largo recorrido en filosofía. Origen, juega con esta oposición, añadiéndole una particularidad: la posibilidad de cambiar la vida real a través de los sueños. El protagonista de la película se ha convertido, muy a su pesar, en un especialista en este tipo de “intervenciones”: después de haber soñado durante mucho tiempo junto a su pareja, se ve obligado a vivir para siempre alejado de su familia. En ese destierro, real y sentimental, se dedica a profundizar en su habilidad, trabajando para empresas y gobiernos con la finalidad de extraer información a personas influyentes mientras duermen. Escapando de quienes le persiguen aparece un último encargo, que podrá permitirle volver a su casa si es completado con éxito. Como se ve, se entremezclan situaciones filosóficas, con otras características de las películas de acción, cristalizando en lo que algunos llaman, seguramente con precipitación, la Matrix del siglo XXI.


EL DISCURSO DEL REY


El discuso del reyUn clásico libro de Austin lleva por título Cómo hacer cosas con palabras. Una de las tesis centrales de este libro defiende que hablar es una manera de hacer: según la teoría de los actos de habla hay palabras que cambian la realidad, que introducen nuevos estados de cosas. En cierta manera, El discurso del rey viene a darle la razón a Austin: cuando tenemos problemas con el lenguaje, podemos hacer menos cosas. Como por ejemplo, asumir las funciones propias de un monarca: cómo va a llegar a ser rey, el que es incapaz de dirigirse a su pueblo. Algo que a primera vista parece impensable, y que sin embargo ocurrió realmente poco antes del comienzo de la segunda guerra mundial. Un hecho histórico que sirve de hilo conductor para una película centrada en la superación personal con referencias a cuestiones psicológicas, políticas y lingüísticas. Una idea bien clara que se presenta: aprender a pronunciar bien las palabras nos recuerda, entre otras cosas, la naturaleza lingüística del ser humano. Somos lenguaje, y el protagonista de la película tiene una conciencia dolorosa de este hecho.


EL MÉTODO


Carátula de El método GronhölmUna de las frases más citadas de Heráclito nos recuerda que la guerra es el padre y rey de todas las cosas. Lo cual no quiere decir que siempre haya un enfrentamiento armado entre países, sino sencillamente que todos y cada uno de nosotros libramos unas cuantas batallas cada día. El conflicto y la oposición son la raíz de la vida y este se manifiesta desde lo más sencillo hasta el más delicado asunto de política internacional. Sin ir más lejos: el proceso de selección de personal de cualquier empresa. Esta es precisamente la situación que nos presenta El método: una guerra tan descarnizada como civilizada por ser la persona elegida para un puesto de trabajo. A partir de la película podríamos jugar con aquella frase según la cual la guerra es la continuación de la política por otros medios. A su manera, y de una forma quizás más evidente, la economía capitalista es la continuación de la guerra con otros medios. Una crítica que resulta tan dura para el capitalismo como para el propio ser humano.


EL DÍA QUE NIETZSCHE LLORÓ


El día que Nietzsche lloróAdaptar filosofía. Esta expresión sencilla recoge algo que es tremendamente complicado. Es en cierta manera lo que intenta la película El día que Nietzsche lloró. La película está basada en la novela de Irvin D. Yalom, y nos presente una hipotética relación entre el filósofo vitalista y el doctor Josef Breuer, uno de los precursores y mentores de Sigmund Freud. De esta forma, se enlazan dos de las grandes filosofías de la sospecha de finales del siglo XIX, a partir de una ficción que trata de explicarnos algunas de las vicisitudes de la vida de Nietzsche. La historia es el resultado de un cóctel complejo: el desengaño amoroso de Nietzsche y Lou Andreas Salome y la conflictiva relación médico paciente entre Breuer y Anna O., una de sus pacientes. Ambos personajes se cruzan con un plan: que el doctor pueda “curar” al filósofo y rehabilitarle para una vida socialmente normalizada.

CONSEJOS PRÁCTICOS PARA REALIZAR UN TRABAJO EN BACHILLERATO


Consejos prácticos para hacer un trabajo en bachillerato

Cuando se plantea un trabajo (en las áreas de humanidades en general, y en filosofía, en particular, algunos alumnos suelen confundir la tarea que se les plantea: se limitan a buscar información, y copiarla sin plantearse demasiado si la información que se ha buscado tiene mucho que ver o no, con el tema del trabajo. Por eso queremos ofrecer aquí unas pautas muy generales que pueden venir bien a algunos alumnos, a la hora de elaborar su trabajo, que debe considerarse siempre como una tarea personal,de la que el alumno salga, de algún modo, enriquecido. Las tareas fundamentales que exige cualquier trabajo académico en el último curso de secundaria (en la asignatura de ética, por poner un ejemplo) o en el bachillerato, se pueden dividir fundamentalmente en 3 apartados:

Primero: Recogida de información


Si el trabajo debe centrarse en un tema concreto (y no sencillamente en la lectura de un único libro), el alumno debe buscar las fuentes fundamentales para informarse sobre el tema. Generalmente, un trabajo de bachillerato, no exige manejar demasiadas fuentes, ni que éstas sean demasiado especializadas. Las enciclopedias, en este sentido, no suelen ayudar demasiado. Muchos alumnos se limitan a buscar entradas concretas de las enciclopedias y copiar textualmente todo lo que allí encuentran. Ese es un error muy grave: las enciclopedia, sin ser demasiado especializadas, suelen incluir datos que superan el nivel propio de la secundaria y el bachillerato, de modo que este alumno que copia, suele ser detectado rápidamente por el profesor. Es mejor buscar las fuentes en textos más adaptados al nivel del alumno. El libro de texto (o varios libros de texto del mismo nivel), deben ser una referencia que sirva como punto de partida, así como los fragmentos u obras (que no es necesario leer enteras, a menudo basta con ciertos capítulos, y aquí la orientación del profesor es muy importante) que estos libros suelen incluir al final del tema.
Las bibliotecas pueden servir también de ayuda: allí se pueden encontrar clasificados (por temática, por autor, o por edad recomendada del lector) muchos de los textos que el alumno puede manejar. No es necesario hacer un gran acopio de material, ni llenarse de libros. Para lo que se pide en secundaria, basta con pocas lecturas, que ayuden al alumno a situarse respecto al problema o al tema que abordará en su trabajo. Internet como fuente de información no es siempre fiable: en la red existe, probablemente toda la información que un alumno de bachillerato puede necesitar. Pero hay un doble problema: puede que el alumno no sea capaz de encontrar esta información, o puede que, aprovechando el anonimato de la red, se limite a copiarla. Esto se detecta también muy fácilmente. El profesor conoce el nivel académico de sus alumnos y sabe qué se puede encontrar en sus trabajos, y qué ideas o enfoques superan con mucho las capacidades de los alumnos. Si el alumno decide buscar información en Internet, la ayuda del profesor sigue siendo, en este aspecto, muy importante.

Segundo: Lectura y recogida de datos


Una vez seleccionado el material, el alumno debe leerlo e ir anotando (en folios o en pequeñas cartulinas) los datos importantes, que puedan aportar información valiosa en el trabajo. Tan importante como una lectura pausada es el registro de aquello que le llame la atención, o que pueda aprovechar en el trabajo. No se trata sólo de citas, sino también de datos (estadísticas, encuestas…) o de ideas de otros autores, que el alumno puede incluir en su trabajo. Esta es la parte más personal y la más específica de un trabajo.
Hacer un trabajo implica necesariamente interesarse por un tema recopilar información sobre el mismo, asimilar esta información, adquirir un punto de vista global sobre el tema que va a tratar, y ofrecer el punto de vista propio. Esto es fundamental para el desarrollo intelectual del alumno. Se crece como persona (y también intelectualmente) cuando se busca una experiencia propia, no cuando se copia. Copiando no se aprende, no se piensa; leyendo sí. Por eso, una buena lectura de los textos es una de las tareas centrales de todo trabajo, que suele ser precisamente la que más molesta a los alumnos.

Tercero: Redacción


Una vez asimilado y leído todo el material, se trata de ordenar el material recogido y redactarlo de un modo coherente. Para ello, es necesario elaborar una estructura del trabajo, sabiendo muy bien cuáles van a ser sus partes, qué ideas aparecerán en cada apartado, y cuáles van a ser las conclusiones del mismo, en las que, generalmente, se recogerá todo lo expuesto de un modo muy general, a la vez que se tratará de aportar un punto de vista propio y personal sobre aquello de lo que se habla. Si el alumno se ha esforzado por profundizar en el tema del trabajo, no debe tener reparos en citar las fuentes que ha consultado (incluso con citas textuales). Para ello, en nota al pie, entre las muchas formas de citar, ofrecemos la siguiente posibilidad:
– Autor (apellidos, nombre), Obra, editorial, lugar de edición, año, página.
Ejemplo:
– Savater, Fernando, Ética para Amador, editorial Ariel, Barcelona, 1992, pág. 83.
Por lo general, sólo el alumno que ha copiado el trabajo de una enciclopedia o de una página web tiene miedo a citar las fuentes. Si los dos pasos anteriores se han realizado de un modo adecuado, y el alumno tiene clara la estructura del mismo y las ideas que quiere exponer, no debe tener reparos en citar las fuentes o incluso en incluir al final del trabajo una pequeña bibliografía, con las obras (periódicos, revistas o páginas web, todo este material también puede incluirse con la cita correspondiente) consultadas. Después de estos pasos, el alumno dominará la materia sobre la que ha escrito, y no sólo recibirá una buena calificación, sino que además será capaz de argumentar sus propias opiniones.

Realizado por:  Miguel Santa Olalla Tovar y Daniel Primo Gorgoso

sábado, 16 de junio de 2012

ORIENTACIÓN DEL PSICOANÁLISIS FREUDIANO


Teoría de la personalidad

Freud no inventó exactamente el concepto de mente consciente versus mente inconsciente, pero desde luego lo hizo popular. La mente consciente es todo aquello de lo que nos damos cuenta en un momento particular: las percepciones presentes, memorias, pensamientos, fantasías y sentimientos. Cuando trabajamos muy centrados en estos apartados es lo que Freud llamó preconsciente, algo que hoy llamaríamos “memoria disponible”: se refiere a todo aquello que somos capaces de recordar; aquellos recuerdos que no están disponibles en el momento, pero que somos capaces de traer a la conciencia. Actualmente, nadie tiene problemas con estas dos capas de la mente, aunque Freud sugirió que las mismas constituían solo pequeñas partes de la misma.
La parte más grande estaba formada por el inconsciente e incluía todas aquellas cosas que no son accesibles a nuestra consciencia, incluyendo muchas que se habían originado allí, tales como nuestros impulsos o instintos, así como otras que no podíamos tolerar en nuestra mente consciente, tales como las emociones asociadas a los traumas.

Primera tópica

Las nuevas concepciones sobre la personalidad o el psiquismo humano han coincidido en dar una concepción integradora de las distintas instancias que la componen. Se ha impuesto una representación cónica de la personalidad dividida en sistemas: consciente, preconsciente e inconsciente, cuyos límites se esfuman y se vuelven imprecisos, de manera que configuran una organización evolutiva, ascendente y de alguna manera inacabada.
Subjetivamente, el psiquismo consciente, aparece como el conjunto de “datos inmediatos” que constituyen la experiencia individual y que se ofrece a la intuición inmediata del sujeto constituyendo la materia de la introspección
Objetivamente, o visto “desde fuera”, el psiquismo consciente aparecería como la parte más superficial (en cuanto externa) o periférica del mismo. Es el receptor de las informaciones y estimulaciones del mundo exterior y las provenientes del interior, a saber el mundo de emociones y vivencias placenteras y displacenteras, recuerdos, fantasías, proyectos, etc. Constituye a su vez  la base del sistema de relación y comunicación entre las personas y se manifiesta más claramente a través del lenguaje, privilegiando la palabra
El psiquismo preconsciente, aparece como una zona de transición (o pasaje) entre lo consciente y lo inconsciente y comprende todo un complejo grupo de “ideas”, afectos, operaciones, imágenes y “representaciones” que no están en el campo actual de la consciencia, y se caracterizan porque pueden llegar a hacerse conscientes. No todo lo percibido permanece en el campo actual de la conciencia; esta es fundamentalmente selectiva de unas pocas impresiones por demás fugaces. Todo el resto pasa a integrar el psiquismo preconsciente y en oportunidades también el inconsciente.
El psicoanálisis mostró que el sistema preconsciente estaba separado del inconsciente por una censura que impide aflorar los contenidos inconscientes tal como son, y en el otro extremo el preconsciente controla el acceso de las fantasías a la realidad.
El preconsciente designa lo que se halla implícitamente presente en la actividad mental, aunque sin constituir objeto de conciencia.
El psiquismo inconsciente, y su aceptación fue el tercer gran golpe que recibió el narcisismo del hombre. El primero lo recibió de Copérnico cuando el hombre tuvo que convencerse que no era el centro del universo; y el segundo de Darwin, cuando tuvo que aceptar que no era un ser privilegiado, sino que provenía de una larga cadena evolutiva.
La idea de inconsciente constituye la “premisa fundamental del psicoanálisis” y su más significativo descubrimiento; el psicoanálisis no ve en la conciencia la esencia de lo psíquico ya que considera que todo es, en un principio inconsciente, y la cualidad de la conciencia puede agregarse después o faltar en absoluto
Según Freud los procesos psíquicos pueden ser conscientes, preconscientes o inconscientes, éstos últimos son aquellos procesos y contenidos psíquicos que no tienen acceso tan fácil a la concienciación, sino que es preciso descubrirlos, adivinarlos y traducirlos a expresión consciente.
Los contenidos del inconsciente son: los “representantes de la pulsión” y no la pulsión misma ya que “un instinto no puede devenir nunca objeto de la conciencia, únicamente puede serlo la idea que lo representa”. Contiene todo “lo reprimido” que es una parte del inconsciente, pero no todo el inconsciente. Inconsciente es clásicamente todo “lo infantil” que hay en nosotros; según Freud, es la represión infantil la que da lugar a la primera escisión entre el inconsciente y el sistema consciente.
El inconsciente tiene toda una serie de características y formas de actuar, con leyes propias y mecanismos que caracterizan el llamado “proceso primario”, radicalmente distinto del “proceso secundario” propio del psiquismo consciente-preconsciente.
El “proceso secundario” está constituido por la atención, el juicio, el razonamiento, el pensamiento, la acción controlada; en él se busca la “lógica”, evitando toda contradicción o distorsión del discurso.
El “proceso primario” es un tipo de funcionamiento mental que presenta sus mecanismos propios, regido por ciertas leyes que el sueño pone especialmente en evidencia.
El inconsciente tiene una manera propia de actuar que se caracteriza por:
a)      Ausencia de cronología “los procesos del sistema inconsciente se hallan fuera del tiempo (dice Freud), esto es, no aparecen ordenados cronológicamente, no sufren modificación ninguna por el transcurso del tiempo y carecen de toda relación con él” La ausencia de cronología se constata a diario en los sueños; allí no hay pasado ni futuro, todas las acciones se desarrollan en el aquí y ahora presente de la vivencia onírica.
b)      Ausencia de contradicción: posibilidad de coexistencia, “los impulsos instintivos se hallan coordinados entre sí y coexisten sin influir unos sobre otros, ni tampoco contradecirse”. Pueden así existir a la vez un sí y un no…, amor y odio, sin que uno de los dos desplace o anule al otro, ni siquiera en parte
c)       Ausencia de negación y duda el inconsciente no sabe decir que no, cuando necesita una negativa debe recurrir a otros elementos, por ejemplo una parálisis cuando lo que desea es precisamente no querer realizar algo que tiene que ver con el miembro paralizado
d)      Sustitución de la realidad exterior por la psíquica (interna) “los procesos del sistema inconsciente carecen también de toda relación con la realidad”. A veces (en los neuróticos, una persona neurótica es, simplemente, una persona que sufre. Que sufre mucho. El concepto “neurosis” es sinónimo de “dolor emocional excesivo”, con las secuelas psicoconductuales correspondientes. Estas secuelas pueden ser de muchos tipos (ansiedades, fobias, depresión, agresividad, hiperactividad, adicciones, obsesiones, miedos, problemas de personalidad, etc.)), sin llegar a una sustitución de la realidad externa, hay un desinterés y una tendencia a desvincularse de ella….justamente para dar rienda suelta al mundo interno de sus fantasías.
El psicótico (clásicamente se consideran psicosis todos los trastornos mentales en los que la pérdida de contacto con la realidad es muy llamativa (por ejemplo, en casos en los que el paciente no distingue en absoluto entre la realidad y su fantasía, o entre sus miedos internos y las amenazas reales, etc.),  por el contrario, la sustituye y bajo el dominio tiránico de sus fantasías, cree vivir en la realidad lo que sus deseos inconscientes le imponen.
e)      Predominio del principio del placer, el principio del placer es uno de los dos principios que rigen el funcionamiento del aparato psíquico, y tiene como finalidad evitar el displacer y procurar el placer.
El otro es el principio de la realidad, que gobierna las funciones yoicas. El hombre normal se guía por el principio de realidad, es decir, aprende a esperar y a acomodarse para conseguir la satisfacción instintiva.
f)       Desplazamiento: “consiste en que el acento, el interés, la intensidad de una representación puede desprenderse de ésta para pasar a otras representaciones”. Las fobias de los neuróticos se explican por el desplazamiento: las fobias hacia los animales, en particular, resultan de la “transferencia sobre el animal de un temor que en un principio, tenía otro objetivo muy diverso”
g)      Condensación, mecanismo por el cual “una representación única contiene por sí sola, varias cadenas asociativas. Podemos formar una tal persona compuesta formando rasgos de dos o más diferentes y atribuyéndolos a una sola, dando la figura de una y pensando en nuestro sueño en el nombre de la otra.”   

Psiquismo y conducta del hombre, Miguel Ángel Tosar



lunes, 11 de junio de 2012

CONCEPTOS DE INDIVIDUO, SUJETO Y PERSONA


LOS CONCEPTOS DE INDIVIDUO, SUJETO Y PERSONA

Es imposible suprimir del contexto psicoanalítico la noción de subjetividad, pero también no es posible dejar de tener en cuenta la transformación que el pensamiento de Freud realiza a la concepción tradicional de Sujeto. Forma parte de lo que se ha llamado: "La revolución copernicana de Freud". Esta se sostiene en dos puntos fundamentales:
1.- la subordinación de un sujeto a una estructura que lo determina.
2.- un sujeto escindido.
Este sujeto es distinto al que surge en el cogito cartesiano.
En los griegos, el "substrato", es decir el ser de la cosa, lo que se mantiene sin cambios y se mantiene en los cambios, el soporte, es llamado "hypokeimenon". Ontológicamente "hypokeimenon es el nombre del ser de la cosa. Es el primer nombre que recibe la cosa al intentar responder a la pregunta: ¿qué es el ente?.
Heidegger encuentra en la idea de hypokeimenon el antecedente de la idea de sujeto en Descartes. Habría pasado como "subjectum" en la Edad Media y como sujeto identificado al yo en la Edad Moderna con el pensamiento de Descartes. El "cogito" es una proposición en la cual aquello sobre lo que ella dice algo no es tomado de otra parte. Es un saber que se sabe a sí mismo. Es una proposición donde se pone aquello acerca de lo que ella enuncia: el subjectum. Lo que ella pone, es en éste caso el yo, es decir el subjectum del principio primero. Al enunciar el cogito, Descartes dice: "yo pienso", es decir que coloca a la proposición sobre su fundamento y éste es el yo. El yo se convierte en la substancia permanentemente presente en que todo lo demás es. Se convierte en el fundamento de la verdad.

Sujeto del Inconsciente.-
Es el nombre de una relación abstracta entre el retorno de una representación reprimida y el conjunto de las representaciones reprimidas. Si bien está fundada en el pensamiento freudiano, es fundamentalmente una concepción lacaniana. Se caracteriza por no designar a la persona que habla o que se equivoca al hablar, ni tampoco a su yo consciente (o inconsciente). En realidad nombra a una instancia sumamente abstracta y no subjetiva. Es el nombre con el que se designa la experiencia concreta de una confusión y cuando se piensa dicha confusión. En la noción de inconsciente freudiano, el sujeto habla sin saber lo que dice. Dice su verdad siempre a medias, disfrazada en los lapsus, equívocos, sueños y en la cadena asociativa. Se puede ver como desde ésta perspectiva los valores de verdad y falsedad tradicional "estallan".
Lacan apunta a una noción de sujeto distinta a la que surge del "cogito". Tómese como ejemplo la noción de "sujeto" que se da en la estrategia de los juegos: las jugadas son posibles en función de ciertas reglas convencionales. En cada jugada es el "sujeto" el que queda ubicado en cierta posición en relación a la jugada del otro. La posición relativa del "sujeto" está mediatizada por un sistema de reglas o convenciones que funcionan como un orden simbólico que lo determina. Lo mismo sucede en la condición de hablantes, ya que hablar no es simplemente expresar algo o comunicar un contenido de información, hablar es colocarse cada uno en determinada posición en relación al otro, posición que no es independiente de un orden determinante que es el del lenguaje. Este es una especie de legalidad que opera como un pacto que posibilita a cada uno ubicarse con respecto al otro al mismo tiempo que estructura su mensaje. De esto se puede deducir que el sujeto no es el agente, como es posible ver que ocurre en la posición cogitativa cartesiana, sino que es determinado por una función simbólica.

Sujeto del inconsciente: una pura relación formal.-
La noción de sujeto del inconsciente hace referencia a algo que está después de las palabras, se reacomoda a éstas y deviene de ellas.
Es por esta razón que para el Psicoanálisis solo hay sujeto en la medida en que se habla. El sujeto es lo que se produce porque se habla. Cuando en el hablar aparece un acto fallido, no es el sujeto el que lo dice, éste es a construir. Este sujeto no está como dato anterior, no es el que dice la palabra y tampoco es la palabra misma, es necesario un paso más: la asociación libre. A partir de que el acto fallido se ponga en contacto con la asociación libre, es que se podría determinar y obtener el sujeto del inconsciente como dato, como producto; pero no debe ser confundido con el que habla, con el individuo que aparentemente soporta su ser.

La idea del individuo y la unidad.-
Suele ser común el utilizar como sinónimos los conceptos de persona, sujeto e individuo, pero cada uno de ellos es un operador teórico que debe ser mirado con atención, ya que presupone una historia distinta y determina una forma de razonar en concordancia. Hemos visto las raíces del concepto de sujeto, desde la fuente Griega hasta el pensamiento cartesiano y como se puede diferenciar del "sujeto del inconsciente" propio del pensamiento psicoanalítico de raíz freud-lacaniana. El poder discriminarlos, permite evitar los más comunes obstáculos de pensamiento que confunden y obstaculizan el teorizar. Es necesario también, precisar que se dice cuando se utiliza el término "individuo".
Lo que surge en primera instancia es la pregunta: ¿qué es una unidad?. En principio es posible contestar que una unidad es algo que no se puede volver a dividir. El concepto individuo podemos decir que proviene de lo in-diviso, es decir de aquello que "no se puede dividir" y sería, por lo tanto, lo que corresponde con la imagen de una unidad; individuo y unidad serían, desde este punto de vista, lo mismo.
Desde la perspectiva de lo psíquico, la idea de "unidad-individuo" remite a algo así como una esfera, que compuesta de un adentro y un afuera, entra en contacto con otras esferas. Son "cuerpos psíquicos" que sufren influencias del medio y responden a éstas de manera automática al modo reflejo (reflexología / conductismo clásico) o procesándolas mediante el refuerzo (conductismo operante). Asimismo, estos "cuerpos psíquicos" pueden tener metas, fines, es decir intencionalidad, actuando por lo tanto, de manera activa sobre el medio (cognitivas). De todos modos, sea una u otra modalidad, ambas parecen sostenerse en la idea que describimos de la "unidad-individuo" funcionando al modo de una esfera. Este es el clásico planteo que aparece en la idea del hombre como "ser aislado", el que debe entrar en relación con otros, es decir "esferas" relacionándose. La Psicología se enfrenta a la disyuntiva de suponer, por un lado, al ser humano como un ser aislado (unidad-individuo) que asimila con esfuerzo y gradualmente el relacionarse con otros individuos, o por el otro lado, pensarlo como un ser social que es solo en función de los otros y que lo que justamente debe ser explicado es como puede diferenciarse psíquicamente, como puede llegar a ser psíquicamente una singularidad ya que lo que lo caracteriza en el origen es justamente la más absoluta dependencia. Es posible rastrear en esta cuestión el clásico problema de "natura" y "nurtura", es decir, lo innato y lo adquirido.
Es necesario no perder de vista que para el Psicoanálisis, el concepto de sujeto aparece indefectiblemente ligado con el universo de la palabra y con la idea de que existir como hombre (no confundir hombre con sujeto del inconsciente) significa existir en un mundo donde los objetos no tienen una existencia "natural", sino que son propuestos en la cultura a través de un sistema lingüístico. Si bien la idea de "hombre" y la de "sujeto del inconsciente" aparecen conjuntamente, es necesario aclarar que el concepto fundamental y pertinente para el Psicoanálisis, es el de "sujeto del inconsciente". Y ya se vio la relación que éste tiene con la palabra: es lo que se produce porque se habla. Es decir que el plano que interesa para el análisis no es el definido por el nivel correspondiente al de  "hombres-individuos-unidades", sino el que aparece porque somos sexuados y hablantes.

El nivel de la persona.-
Otro concepto que debe ser examinado es el de "persona", ya que forma parte de gran cantidad de teorías psicológicas y fundamentalmente es posible encontrarlo en la idea de personalidad.
En su texto clásico "La Personalidad", el francés Filloux afirma que la Psicología tiene un fin esencial: "el conocimiento del individuo". Es posible ver que la característica que define como "esencial" es el del hombre como "individualidad". La describe como "el hecho" de que es un resultado único en su género y que "separado espacialmente de todos los hombres, no se parece acabadamente a ninguno y que además, se comporta de una manera que le es propia". Es posible observar en esta caracterización como el autor centra su proposición en un enfoque que parte de una realidad empírica de que todos poseemos un organismo (lo separable espacialmente) y lo adscribe a otra realidad empírica que es la diferencia en el comportamiento que muestran los humanos. Es innegable la importancia que presentan para la Psicología el tema de las diferencias individuales, pero el enfoque que muestra el autor, está claramente influenciado por la concepción biológica; ¿qué otra cosa es sino marco biológico, el utilizar conceptos como comportamiento, organismo, individuo, etc.? Si bien Filloux al hablar de integración presenta lo orgánico y los roles propios del yo como los dos extremos de un continuo, no puede explicar, más allá de una mera observación, como se da ese pasaje, y por lo tanto escamotea todo el problema del dualismo cuerpo/mente. Es deseable que este problema sea resuelto, pero no lo será con el recurso del soslayarlo.
El Psicoanálisis tomará el problema de las diferencias por el lado de la singularidad, es decir por lo que nos caracteriza como deseantes. La cuestión es que ésta singularidad no es un dato dado de entrada, como si lo es la idea de organismo-unidad-individuo, sino que debe ser constituida. Esta se realiza en lo que se ha denominado una operación de defensa. A riesgo de banalizar los conceptos, es posible decir que esa operación consiste en el apelar de una cría humana al padre para ponerle un límite a la demanda materna de ser el objeto de su deseo. El padre permite que deje de ser un objeto y pueda surgir como sujeto. Que pueda ocupar un lugar singular en la cadena simbólica generacional, es decir que pueda filiarse.
En el planteo de la persona, Filloux dice que el conocimiento psicológico es de una conducta de un individuo determinado con quién "yo entro en relación". Es posible ver en esta descripción, que para "entrar en relación" es necesario que lo hagan dos instancias ya constituidas, es decir que, como se dijo más arriba, el individuo aparece como dato dado de entrada y que al modo de esferas de billar, se encuentran y se desencuentran generando el devenir de "una historia".
Para describir el devenir de "la persona", utiliza términos como "conducta", "hábito", "sistemas de acción", "ajuste al mundo" etc., pertenecientes al ideario conductista; el de "unidad del yo" al gestáltico y el de "complejos", el "pasado que vive en el presente", al mundo teórico psicoanalítico. El riesgo de esta postura es que a fuerza de integrar, construya una amalgama que pierda especificidad en los niveles de abordaje de lo humano y termine por hacer inoperante la teoría. Es posible vislumbrar que el intento de integración parte del nivel básico del organismo, por un lado, para llegar al de persona por el otro, siendo el concepto de "personalidad" el "factor integrador". El concepto de integrar, supone la idea de armonía y equilibrio entre individuo y medio, así como también entre persona y otro.

El Sujeto Epistémico.-
Para el pensamiento psicoanalítico las polaridades en el conocimiento son el sujeto y el Otro, relación que se sostiene, como ya se dijo, en la condición de hablantes.

Autor: Jaime López, psicólogo

sábado, 2 de junio de 2012

SIGMUND FREUD Y EL CASO ANNA O.


SIGMUND FREUD Y EL CASO ANNA O.
Dr. C. George Boeree
Traducción al castellano: Dr. Rafael Gautier


La historia de Freud, como la mayoría de las historias de otras personas, empieza a partir de otros. En esta ocasión fueron su mentor y amigo, Dr. Joseph Breuer y la paciente de éste, Anna O.
Anna O. fue paciente de Breuer desde 1880 hasta 1882. Con 21 años de edad, Anna invirtió la mayoría de su tiempo cuidando de su padre enfermo, desarrollando una tos importante que no tenía una explicación física, así como dificultades para hablar, que finalizaron en un mutismo completo.
Cuando su padre falleció, la paciente empezó a rechazar la comida y desarrolló una serie inusual y extraña de síntomas. Perdió la sensibilidad en las manos y pies, parálisis parciales y espasmos involuntarios. También presentaba alucinaciones visuales. Toda vez que los médicos examinaban a Anna para estudiar estos síntomas que parecían físicos, no encontraban ninguna causa física demostrable.
Además de estos síntomas, por si no fuera poco, presentaba fantasías infantiloides  (proponemos llamar contenido infantiloide del pensamiento, en una persona adulta, cuando se infiere, por su discurso o su conducta, que se vale de algunos parámetros propios de los niños: animismo, pensamiento mágico, concretismo, pensamiento lúdico, egocentrismo, actitud irresponsable y despreocupada), cambios dramáticos de humor y varios intentos de suicidio. El diagnóstico de Breuer fue de lo que se llamaba en aquel momento histeria (hoy, trastorno de conversión), lo que significaba que tenía síntomas que parecían físicos, (los síntomas o déficit motores típicamente observados son alteraciones de la coordinación y del equilibrio, parálisis o debilidad muscular localizada, afonía, dificultad para deglutir, sensación de nudo en la garganta y retención urinaria. Los síntomas y déficit de tipo sensorial más frecuentes suelen ser pérdida de sensibilidad táctil y dolorosa, ceguera, sordera y alucinaciones. También pueden aparecer crisis o convulsiones) pero no lo eran.
En las noches, Anna se sumía en unos estados de “hipnosis espontánea”, tal y como Breuer les llamó, a los que la propia paciente designó “nubes”. (Anna tenía una formación intelectual alta y era una mujer muy preparada; así que no es de extrañar que ella utilizase términos muy precisos, incluso técnicos para designar algunos de sus estados, como en el caso de los estados hipnoides, llamándoles nubes. N.T.). Breuer se dio cuenta de que, a pesar de estos estados de trance, la paciente podía hablar de sus fantasías diurnas y de otras experiencias, sintiéndose mejor posteriormente. Anna llamó a estos episodios “limpieza de chimenea” y “la cura por la palabra”.
En algunas ocasiones, durante la “limpieza de chimenea”, Anna proporcionaba algunos datos que daban comprensión particular a algunos de sus síntomas. El primer dato sobrevino justo después de negarse a ingerir agua durante un tiempo: recordaba ver a una mujer bebiendo agua de un vaso que un perro había lamido antes.  Cuando recordaba esta imagen, se disgustaba y le sobrevenía una sensación intensa de asco…solo para inmediatamente después ¡beberse el vaso de agua!. En otras palabras, su síntoma (la hidrofobia) desaparecía tan pronto se verbalizaba y se sentía la sensación particular de asco; es decir, la base del síntoma. Breuer llamó catarsis, del griego referido a “limpieza”, a estos estados de recuperación espontánea.
Once años más tarde, Breuer y su asistente, Sigmund Freud, escribieron un libro sobre la histeria, donde explicaban su teoría. Toda histeria es el resultado de una experiencia traumática que no puede aceptarse en los valores y comprensión del mundo de una persona. Las emociones asociadas al trauma no se expresan de manera directa, simplemente se evaporan: se expresan a través de la conducta de forma vaga, imprecisa. Por decirlo de otra manera, estos síntomas tienen significado. Cuando el paciente puede llegar a comprender el origen de sus síntomas (a través de la hipnosis, por ejemplo), entonces se liberan las emociones reprimidas por lo que no necesitan expresarse a través de ellos. Es similar a drenar una infección local.
De esta manera, Anna fue poco a poco mejorando de sus síntomas. Pero, es importante señalar que ella no podía hacerlo sin Breuer: mientras se encontraba en sus estados hipnóticos, necesitaba tener las manos de Breuer con ella, y desafortunadamente, surgieron nuevos problemas.
De acuerdo con Freud, Breuer reconoció que la paciente se había enamorado de él y además él también se sentía atraído por ella. Además, la paciente le comentaba a todo el mundo que estaba embarazada de Breuer. Se podría decir que ella le deseaba tanto que su mente le dijo a su cuerpo que esto era cierto, desarrollando un embarazo histérico (hoy llamado pseudociesis o embarazo psicológico. N.T.). Breuer, un hombre casado en la época victoriana, abandonó abruptamente las sesiones y perdió todo interés en la histeria.
Fue Freud quien posteriormente retomó lo que Breuer no había reconocido abiertamente; es decir, en el fondo de todas estas neurosis histéricas yacía un deseo sexual.
Con respecto a la evolución de Anna, ésta pasó gran parte del tiempo restante en un sanatorio. Más tarde, se convirtió en una figura muy respetada y activa (la primera mujer asistente social de Alemania) bajo su nombre propio: Bertha Pappenheim. Murió en 1936. Anna será siempre recordada, no solo por sus propios logros, sino como la inspiración de la teoría de la personalidad más influyente que hayamos conocido.


BIOGRAFÍA DE SIGMUND FREUD


SIGMUND FREUD
1856-1939


Sigismund Freud, que, a los veintidós años, habría de cambiar ese nombre por el de Sigmund, nació en Freiberg, en la antigua Moravia (hoy Príbor, Checoslovaquia), el 6 de mayo de 1856. Su padre fue un comerciante en lanas que, en el momento de nacer él, tenía ya cuarenta y un años y dos hijos habidos en un matrimonio anterior; el mayor de ellos tenía aproximadamente la misma edad que la madre de Freud -veinte años más joven que su esposo- y era, a su vez, padre de un niño de un año. En su edad madura, Freud hubo de comentar que la impresión que le causó esta situación familiar un tanto enredada tuvo como consecuencia la de despertar su curiosidad y aguzar su inteligencia.
En 1859, la crisis económica dio al traste con el comercio paterno y al año siguiente la familia se trasladó a Viena, en donde vivió largos años de dificultades y estrecheces, siendo muy frecuentes las temporadas en las que, durante el resto de su larga vida (falleció en octubre de 1896), el padre se encontraría sin trabajo. Freud detestó siempre la ciudad en la cual, por otra parte, residió hasta un año antes de su muerte, cuando, en junio de 1938 y a pesar de la intercesión de Roosevelt y Mussolini, se vio obligado, dada su condición de judío -sus obras habían sido quemadas en Berlín en 1933-, a emprender el camino del exilio hacia Londres como consecuencia del Anschluss, la anexión de Austria al rancio proyecto pangermanista de la Gran Alemania, preparada por los nazis con ayuda de Seyss-Inquart y los prosélitos austriacos.
La familia se mantuvo fiel a la comunidad judía y sus costumbres; aunque no fue especialmente religiosa; al padre cabe considerarlo próximo al librepensamiento, y el propio Freud había perdido ya las creencias religiosas en la adolescencia. En 1873, finalizó sus estudios secundarios con excelentes calificaciones. Había sido siempre un buen estudiante, correspondiendo a los sacrificios en pro de su educación hechos por sus padres, que se prometían una carrera brillante para su hijo, el cual compartía sus expectativas. Después de considerar la posibilidad de cursar los estudios de derecho, se decidió por la medicina, aunque no con el deseo de ejercerla, sino movido por una cierta intención de estudiar la condición humana con rigor científico. A mitad de la carrera, tomó la determinación de dedicarse a la investigación biológica, y, de 1876 a 1882, trabajó en el laboratorio del fisiólogo Ernst von Brücke, interesándose en algunas estructuras nerviosas de los animales y en la anatomía del cerebro humano. De esa época data su amistad con el médico vienés Josef Breuer, catorce años mayor que él, quien hubo de prestarle ayuda, tanto moral como material. En 1882 conoció a Martha Bernays, su futura esposa, hija de una familia de intelectuales judíos; el deseo de contraer matrimonio, sus escasos recursos económicos y las pocas perspectivas de mejorar su situación trabajando con Von Brücke hicieron que desistiese de su carrera de investigador y decidiera ganarse la vida como médico, título que había obtenido en 1881, con tres años de retraso.
La obtención de una beca para un viaje de estudios le llevó a París, en donde trabajó durante cuatro meses y medio en el servicio de neurología de la Salpêtrière bajo la dirección de Jean Martín Charcot, por entonces el más importante neurólogo francés. Allí tuvo ocasión de observar las manifestaciones de la histeria y los efectos de la hipnosis y la sugestión en el tratamiento de la misma. De regreso a Viena, contrajo matrimonio en septiembre de 1886, después de un largo noviazgo jalonado de rupturas y reconciliaciones como consecuencia, en especial, de los celos que sentía hacia quienquiera que pudiese ser objeto del afecto de Martha (incluida su madre). En los diez años siguientes a la boda, el matrimonio tuvo seis hijos, tres niños y tres niñas, la menor de las cuales, Anna, nacida en diciembre de 1895, habría de convertirse en psicoanalista infantil.
Poco antes de casarse, Freud abrió una consulta privada como neuropatólogo, utilizando la electroterapia y la hipnosis para el tratamiento de las enfermedades nerviosas. Su amistad con Breuer cristalizó, por entonces, en una colaboración más estrecha, que fructificaría finalmente en la creación del psicoanálisis, aunque al precio de que la relación entre ambos se rompiera. Entre 1880 y 1882, Breuer había tratado un caso de histeria (el de la paciente que luego sería mencionada como «Anna O.»); al interrumpir el tratamiento, habló a Freud de cómo los síntomas de la enferma (parálisis intermitente de las extremidades, así como trastornos del habla y la vista) desaparecían cuando ésta encontraba por sí misma, en estado hipnótico, el origen o la explicación. En 1886, luego de haber comprobado en París la operatividad de la hipnosis, Freud obligó a Breuer a hablarle de nuevo del caso y, venciendo su resistencia inicial, a consentir en la elaboración conjunta de un libro sobre la histeria. Durante la gestación de esta obra, aparecida en 1895, Freud desarrolló sus primeras ideas sobre el psicoanálisis. Breuer participó hasta cierto punto en el desarrollo, aunque frenando el alcance de las especulaciones más tarde características de la doctrina freudiana y rehusando, finalmente, subscribir la creciente convicción de Freud acerca del papel desempeñado por la sexualidad en la etiología de los trastornos psíquicos.
En 1896, luego de romper con Breuer de forma un tanto violenta, Freud empezó a transformar la metodología terapéutica que aquél había calificado de «catarsis», basada en la hipnosis, en lo que él mismo denominó el método de «libre asociación». Trabajando solo, víctima del desprecio de los demás médicos, el tratamiento de sus pacientes le llevó a forjar los elementos esenciales de los conceptos psicoanalíticos de «inconsciente», «represión» y 'transferencia'. En 1899, apareció su famosa La interpretación de los sueños, aunque con fecha de edición de 1900, y en 1905 se publicó Tres contribuciones a la teoría sexual, la segunda en importancia de sus obras. Estos dos fueron los únicos libros que Sigmund Freud revisó puntualmente en cada una de sus sucesivas ediciones.
Hasta 1905, y aunque por esas fechas sus teorías habían franqueado ya definitivamente el umbral de los comienzos y se hallaban sólidamente establecidas, contó con escasos discípulos. Pero en 1906 empezó a atraer más seguidores; el circulo de los que, ya desde 1902, se reunían algunas noches en su casa con el propósito de orientarse en el campo de la investigación psicoanalítica, fue ampliado y cambió, incluso, varias veces de composición, consolidándose así una sociedad psicoanalítica que, en la primavera de 1908, por invitación de Karl Gustav Jung, celebró en Salzburgo el Primer Congreso Psicoanalítico. Al año siguiente, Freud y Jung viajaron a Estados Unidos, invitados a pronunciar una serie de conferencias en la Universidad Clark de Worcester, Massachusetts, comprobando con sorpresa el entusiasmo allí suscitado por el pensamiento freudiano mucho antes que en Europa. En 1910 se fundó en Nuremberg la Sociedad Internacional de Psicoanálisis, presidida por Jung, quien conservó la presidencia hasta 1914, año en que se vio obligado a dimitir, como corolario de la ruptura fallada por el mismo Freud en 1913, al declarar improcedente la ampliación jungiana del concepto de «líbido» más allá de su significación estrictamente sexual. En 1916 publicóIntroducción al psicoanálisis.
En 1923, le fue diagnosticado un cáncer de mandíbula y hubo de someterse a la primera de una serie de intervenciones. Desde entonces y hasta su muerte en Londres el 23 de septiembre de 1939, estuvo siempre enfermo, aunque no decayó su enérgica actividad. Sus grandes contribuciones al diagnóstico del estado de nuestra cultura datan de ese período (El porvenir de una ilusión [1927], El malestar en la cultura [1930], Moisés y el monoteísmo [1939]). Ya con anterioridad, a través de obras entre las que destaca Tótem y tabú (1913), inspirada en el evolucionismo biológico de Darwin y el evolucionismo social de Frazer, había dado testimonio de hasta qué punto consideró que la importancia primordial del psicoanálisis, más allá de una eficacia terapéutica que siempre juzgó restringida, residía en su condición de instrumento para investigar los factores determinantes en el pensamiento y el comportamiento de los hombres.