lunes, 2 de julio de 2012

SEGUNDA TÓPICA FREUDIANA


Teoría del aparato psíquico
Segunda Tópica
El Ello, el Yo y el Superyó

La realidad psicológica freudiana empieza con el mundo lleno de objetos. Entre ellos, hay uno especial: el cuerpo, que  es especial en tanto actúa para sobrevivir y reproducirse y está guiado a estos fines por sus necesidades (hambre, sed, evitación del dolor y sexo).
Una parte (muy importante, por cierto) del cuerpo lo constituye el sistema nervioso, del que una de sus características más prevalentes es la sensibilidad que posee ante las necesidades corporales. En el nacimiento, este sistema es poco más o menos como el de cualquier animal, una “cosa”, o más bien, el Ello. El sistema nervioso como Ello, traduce las necesidades del cuerpo a fuerzas motivacionales llamadas pulsiones. Freud también los llamó deseos. Esta traslación de necesidad a deseo es lo que se ha dado a conocer como proceso primario.
El Ello tiene el trabajo particular de preservar el principio de placer, el cual puede entenderse como una demanda de atender de forma inmediata las necesidades. Imagínese por ejemplo a un bebé hambriento en plena rabieta. No “sabe” lo que quiere, en un sentido adulto, pero “sabe” que lo quiere…¡ahora mismo! El bebé, según la concepción freudiana, es puro, o casi puro Ello. Y el Ello no es más que la representación psíquica de lo biológico.
Pero, aunque el Ello y la necesidad de comida puedan satisfacerse a través de la imagen de un filete jugoso, al cuerpo no le ocurre lo mismo. A partir de aquí, la necesidad solo se hace más grande y los deseos se mantienen aún más. Usted se habrá percatado de que cuando no ha satisfecho una necesidad, como la de comer por ejemplo, ésta empieza a demandar cada vez más su atención, hasta que llega un momento en que no se puede pensar en otra cosa. Este sería el deseo irrumpiendo en la consciencia.
Menos mal que existe una pequeña porción de la mente a la que nos referimos antes, el consciente, que está “agarrado” a la realidad a través de los sentidos. Alrededor de esta consciencia, algo de lo que era “cosa” se va convirtiendo en Yo en el primer año de vida del niño. El Yo se apoya en la realidad a través de su consciencia, buscando objetos para satisfacer los deseos que el Ello ha creado para representar las necesidades orgánicas. Esta actividad de búsqueda de soluciones es llamada proceso secundario.
El Yo, a diferencia del Ello, funciona de acuerdo con el principio de realidad, el cual estipula que se “satisfaga una necesidad tan pronto haya un objeto disponible”. Representa la realidad y hasta cierto punto, la razón.
No obstante, aunque el Yo se las ingenia para mantener contento al Ello (y finalmente al cuerpo), se encuentra con obstáculos en el mundo externo. En ocasiones se encuentra con objetos que ayudan a conseguir las metas. Pero el Yo capta y guarda celosamente todas estas ayudas y obstáculos, especialmente aquellas gratificaciones y castigos que obtiene de los dos objetos más importantes del mundo de un niño: mamá y papá. Este registro de cosas a evitar y estrategias para conseguir es lo que se convertirá en Superyo. Esta instancia no se completa hasta los siete años de edad y en algunas personas nunca se estructurará.
Hay dos aspectos del Superyo: uno es la consciencia, constituida por la internalización de los castigos y advertencias. El otro es llamado el Ideal del Yo, el cual deriva de las recompensas y modelos positivos presentados al niño. La consciencia y el Ideal del Yo comunican sus requerimientos al Yo con sentimientos como el orgullo, la vergüenza y la culpa.
Es como si en la niñez hubiésemos adquirido un nuevo conjunto de necesidades y de deseos acompañantes, esta vez de naturaleza más social que biológica. Pero, por desgracia, estos nuevos deseos pueden establecer un conflicto con los deseos del Ello.
Freud consideró que todo el comportamiento humano estaba motivado por las pulsiones, las cuales no son más que las representaciones neurológicas de las necesidades físicas. Al principio se refirió a ellas como pulsiones de vida. Estas pulsiones perpetúan (a) la vida del sujeto, motivándole a buscar comida y agua y (b) la vida de la especie, motivándole a buscar sexo. La energía motivacional de estas pulsiones de vida, que impulsa nuestro psiquismo, se llamó libido, a partir del latín significante de “yo deseo”.
La experiencia clínica de Freud le llevó a considerar el sexo como una necesidad mucho más importante que otras en la dinámica de la psiquis. Somos, después de todo, criaturas sociales y el sexo es la mayor de las necesidades sociales. Pero, debemos recordar que cuando Freud hablaba de sexo, hablaba sobre mucho más ya que la libido se ha considerado como la pulsión sexual.
Más tarde en su vida, Freud empezó a creer que las pulsiones de vida no explicaban toda la historia. La libido es una cosa viviente; el principio de placer nos mantiene en constante movimiento. Y la finalidad de todo este movimiento es lograr la quietud, estar satisfecho, estar en paz, no tener más necesidades.
La primera tópica era una manera de entender el psiquismo del hombre, pero en definitiva no daba cuenta cabal de los hechos tal como se daban en la experiencia clínica
Freud entendió esto de tal manera, que no se quedó con su primera teoría, la que pasó a denominarse “Primera Tópica”; sino que construyó una “Segunda Tópica” del aparato psíquico, en ella se superponen a los tres sistemas (Consciente, Preconsciente e Inconsciente), tres instancias: Ello, Yo y Superyó
El “aparato psíquico se va integrando y desarrollando bajo el influjo de las necesidades vitales y las presiones del medio y solo en un determinado punto y bajo ciertas condiciones da origen a los fenómenos de consciencia”
Para el análisis de los componentes del aparato psíquico, seguimos el criterio teórico genético-evolutivo, el cual parte del Ello, empíricamente inobservable. La razón es que “originariamente, todo era Ello, el Yo se desarrolló del Ello por la incesante influencia del mundo exterior”
EL ELLO Freud lo caracteriza como “la parte oscura e inaccesible de nuestra personalidad; lo poco que de él sabemos lo hemos averiguado mediante el estudio de la elaboración onírica y de la producción de síntomas neuróticos, y en su mayor parte tiene carácter negativo, no pudiendo ser descrito sino como antitético del Yo
El Ello se caracteriza como un caos, nos imaginamos que se halla abierto en el extremo orientado hacia lo somático, y que acoge allí a las necesidades instintivas;  carece de organización y sólo aspira a dar satisfacción a las necesidades instintivas conforme a las normas del principio del placer. En él no son válidas las leyes lógicas del pensamiento y menos el principio de no-contradicción; impulsos contradictorios coexisten en él sin anularse mutuamente. No hay en el Ello nada equivalente a la negación ni nada que corresponda a la representación del tiempo. El Ello no conoce el bien ni el mal, ni moral alguna, es el principio del placer que rige todos los procesos
EN SÍNTESIS EL ELLO:
*constituye el polo pulsional de la personalidad
*es lo primero genéticamente, la más antigua de las instancias psíquicas
*su contenido es todo lo heredado, lo congénitamente dado
*incluye los mismos contenidos del sistema inconsciente de la primera tópica
*sus límites no son fáciles de definir: se mezcla con el yo inconsciente en su parte inferior; abarca todo lo reprimido, pero no se limita a ello; por su parte el Superyó se sumerge también en el Ello; se funde con lo biológico: está abierto en su extremo del lado somático
*su organización se define por oposición a la organización del Yo
*es un caos
*se rige por el proceso primario
*constituye el gran reservorio de la libido o energía  pulsional
EL YO es el órgano sensorial de todo el aparato y su receptividad no se limita a los estímulos llegados del exterior, sino que se extiende también a aquellos procedentes del interior de la vida anímica; el Yo es aquella parte del Ello que fue modificada por la proximidad y la influencia del mundo exterior. El Yo tiene que llevar a cabo las intenciones del Ello y realiza su misión cuando descubre las circunstancias en las que mejor pueden ser conseguidas tales intenciones


EN SÍNTESIS, EL YO:
*aparece como el resultado de una diferenciación progresiva del Ello por influencia de la realidad exterior
*esta diferenciación parte del sistema Percepción-Consciencia
*puede definirse como un verdadero órgano que está destinado, como representante de la realidad, a asegurar un control progresivo de las pulsiones
*se presenta como un mediador, aunque su autonomía es muy relativa
*constituye el polo defensivo de la personalidad: ante la percepción de un afecto displacentero pone en marcha una serie de mecanismos de defensa
*sus operaciones defensivas son en gran parte inconscientes, en el sentido que el sujeto ignora sus motivos y el mecanismo
*sus funciones son: control de la percepción, prueba de la realidad, anticipación temporal de los procesos mentales, pensamiento racional y defensa compulsiva contra las exigencias pulsionales
EL SUPERYÓ constituye una instancia que se ha separado del Yo y parece dominar a éste, como muestran los estados de duelo patológico, la melancolía, la neurosis obsesiva y sobre todo el delirio de observación
La conciencia moral es una de sus funciones y otra es la auto-observación indispensable como premisa de la actividad juzgadora de la conciencia moral. El Superyó aplica un rigurosísimo criterio moral al Yo; se convierte en un representante de la moralidad y nos revela que nuestro sentimiento de culpabilidad moral es expresión de la pugna entre el Yo y el Superyó
La inhibición exterior es interiorizada siendo sustituida la instancia parental por el Superyó, el cual vigila, dirige y amenaza al Yo exactamente como antes los padres al niño. El Superyó se nos muestra como el heredero del complejo de Edipo como vinculación afectiva
El Superyó es la representación de todas las restricciones morales, y es edificado conforme al modelo del Superyó parental
EN SÍNTESIS:
*se forma por la interiorización de las exigencias y prohibiciones parentales
*constituye una instancia separada del Yo a quien domina y su función es comparable a la de un juez o censor con respecto de aquel
*sus funciones son: la auto-observación; la valoración moral; la crítica y el juicio moral (conciencia moral), la formación de ideales; los auto-castigos y los remordimientos
*se hace más evidente clínicamente en el duelo y la melancolía, en la depresión, en la paranoia, en la manía de sentirse observado y en la neurosis obsesiva
*se muestra como heredero del Complejo de Edipo


Miguel Ángel Tosar, Psiquismo y conducta del hombre (psicología profunda)

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