Teoría
del aparato psíquico
Segunda
Tópica
El
Ello, el Yo y el Superyó
La realidad
psicológica freudiana empieza con el mundo lleno de objetos. Entre ellos, hay
uno especial: el cuerpo, que es especial
en tanto actúa para sobrevivir y reproducirse y está guiado a estos fines por
sus necesidades (hambre, sed, evitación del dolor y sexo).
Una parte (muy
importante, por cierto) del cuerpo lo constituye el sistema nervioso, del que
una de sus características más prevalentes es la sensibilidad que posee ante
las necesidades corporales. En el nacimiento, este sistema es poco más o menos
como el de cualquier animal, una “cosa”, o más bien, el Ello. El sistema
nervioso como Ello, traduce las necesidades del cuerpo a fuerzas motivacionales
llamadas pulsiones. Freud también los llamó deseos. Esta traslación
de necesidad a deseo es lo que se ha dado a conocer como proceso primario.
El Ello tiene el
trabajo particular de preservar el principio de placer, el cual puede
entenderse como una demanda de atender de forma inmediata las necesidades.
Imagínese por ejemplo a un bebé hambriento en plena rabieta. No “sabe” lo que
quiere, en un sentido adulto, pero “sabe” que lo quiere…¡ahora mismo! El bebé,
según la concepción freudiana, es puro, o casi puro Ello. Y el Ello no es más
que la representación psíquica de lo biológico.
Pero, aunque el
Ello y la necesidad de comida puedan satisfacerse a través de la imagen de un
filete jugoso, al cuerpo no le ocurre lo mismo. A partir de aquí, la necesidad
solo se hace más grande y los deseos se mantienen aún más. Usted se habrá
percatado de que cuando no ha satisfecho una necesidad, como la de comer por
ejemplo, ésta empieza a demandar cada vez más su atención, hasta que llega un
momento en que no se puede pensar en otra cosa. Este sería el deseo irrumpiendo
en la consciencia.
Menos mal que
existe una pequeña porción de la mente a la que nos referimos antes, el
consciente, que está “agarrado” a la realidad a través de los sentidos.
Alrededor de esta consciencia, algo de lo que era “cosa” se va convirtiendo
en Yo en el primer año de vida del niño. El Yo se apoya en la
realidad a través de su consciencia, buscando objetos para satisfacer los
deseos que el Ello ha creado para representar las necesidades orgánicas. Esta
actividad de búsqueda de soluciones es llamada proceso secundario.
El Yo, a diferencia
del Ello, funciona de acuerdo con el principio de realidad, el cual
estipula que se “satisfaga una necesidad tan pronto haya un objeto disponible”.
Representa la realidad y hasta cierto punto, la razón.
No obstante, aunque
el Yo se las ingenia para mantener contento al Ello (y finalmente al cuerpo),
se encuentra con obstáculos en el mundo externo. En ocasiones se encuentra con
objetos que ayudan a conseguir las metas. Pero el Yo capta y guarda celosamente
todas estas ayudas y obstáculos, especialmente aquellas gratificaciones y
castigos que obtiene de los dos objetos más importantes del mundo de un niño:
mamá y papá. Este registro de cosas a evitar y estrategias para conseguir es lo
que se convertirá en Superyo. Esta instancia no se completa hasta los
siete años de edad y en algunas personas nunca se estructurará.
Hay dos aspectos
del Superyo: uno es la consciencia, constituida por la internalización de
los castigos y advertencias. El otro es llamado el Ideal del Yo, el cual
deriva de las recompensas y modelos positivos presentados al niño. La
consciencia y el Ideal del Yo comunican sus requerimientos al Yo con
sentimientos como el orgullo, la vergüenza y la culpa.
Es como si en la
niñez hubiésemos adquirido un nuevo conjunto de necesidades y de deseos
acompañantes, esta vez de naturaleza más social que biológica. Pero, por
desgracia, estos nuevos deseos pueden establecer un conflicto con los deseos
del Ello.
Freud consideró que
todo el comportamiento humano estaba motivado por las pulsiones, las cuales no
son más que las representaciones neurológicas de las necesidades físicas. Al
principio se refirió a ellas como pulsiones de vida. Estas pulsiones
perpetúan (a) la vida del sujeto, motivándole a buscar comida y agua y (b) la
vida de la especie, motivándole a buscar sexo. La energía motivacional de estas
pulsiones de vida, que impulsa nuestro psiquismo, se llamó libido, a
partir del latín significante de “yo deseo”.
La experiencia
clínica de Freud le llevó a considerar el sexo como una necesidad mucho más
importante que otras en la dinámica de la psiquis. Somos, después de todo,
criaturas sociales y el sexo es la mayor de las necesidades sociales. Pero, debemos
recordar que cuando Freud hablaba de sexo, hablaba sobre mucho más ya que la
libido se ha considerado como la pulsión sexual.
Más tarde en su
vida, Freud empezó a creer que las pulsiones de vida no explicaban toda la
historia. La libido es una cosa viviente; el principio de placer nos mantiene
en constante movimiento. Y la finalidad de todo este movimiento es lograr la
quietud, estar satisfecho, estar en paz, no tener más necesidades.
La primera tópica
era una manera de entender el psiquismo del hombre, pero en definitiva no daba
cuenta cabal de los hechos tal como se daban en la experiencia clínica
Freud entendió esto
de tal manera, que no se quedó con su primera teoría, la que pasó a denominarse
“Primera Tópica”; sino que construyó una “Segunda Tópica” del aparato psíquico,
en ella se superponen a los tres sistemas (Consciente, Preconsciente e Inconsciente),
tres instancias: Ello, Yo y Superyó
El “aparato
psíquico se va integrando y desarrollando bajo el influjo de las necesidades
vitales y las presiones del medio y solo en un determinado punto y bajo ciertas
condiciones da origen a los fenómenos de consciencia”
Para el análisis de
los componentes del aparato psíquico, seguimos el criterio teórico
genético-evolutivo, el cual parte del Ello, empíricamente inobservable. La
razón es que “originariamente, todo era Ello, el Yo se desarrolló del Ello por
la incesante influencia del mundo exterior”
EL ELLO Freud lo caracteriza como “la parte oscura e inaccesible de nuestra
personalidad; lo poco que de él sabemos lo hemos averiguado mediante el estudio
de la elaboración onírica y de la producción de síntomas neuróticos, y en su
mayor parte tiene carácter negativo, no pudiendo ser descrito sino como
antitético del Yo
El Ello se
caracteriza como un caos, nos imaginamos que se halla abierto en el extremo
orientado hacia lo somático, y que acoge allí a las necesidades instintivas; carece de organización y sólo aspira a dar
satisfacción a las necesidades instintivas conforme a las normas del principio
del placer. En él no son válidas las leyes lógicas del pensamiento y menos el
principio de no-contradicción; impulsos contradictorios coexisten en él sin
anularse mutuamente. No hay en el Ello nada equivalente a la negación ni nada
que corresponda a la representación del tiempo. El Ello no conoce el bien ni el
mal, ni moral alguna, es el principio del placer que rige todos los procesos
EN SÍNTESIS EL
ELLO:
*constituye el polo
pulsional de la personalidad
*es lo primero
genéticamente, la más antigua de las instancias psíquicas
*su contenido es
todo lo heredado, lo congénitamente dado
*incluye los mismos
contenidos del sistema inconsciente de la primera tópica
*sus límites no son
fáciles de definir: se mezcla con el yo inconsciente en su parte inferior;
abarca todo lo reprimido, pero no se limita a ello; por su parte el Superyó se
sumerge también en el Ello; se funde con lo biológico: está abierto en su
extremo del lado somático
*su organización se
define por oposición a la organización del Yo
*es un caos
*se rige por el
proceso primario
*constituye el gran
reservorio de la libido o energía pulsional
EL YO es el órgano sensorial de todo el aparato y su receptividad no se limita a
los estímulos llegados del exterior, sino que se extiende también a aquellos
procedentes del interior de la vida anímica; el Yo es aquella parte del Ello
que fue modificada por la proximidad y la influencia del mundo exterior. El Yo
tiene que llevar a cabo las intenciones del Ello y realiza su misión cuando
descubre las circunstancias en las que mejor pueden ser conseguidas tales
intenciones
EN SÍNTESIS, EL YO:
*aparece como el
resultado de una diferenciación progresiva del Ello por influencia de la
realidad exterior
*esta
diferenciación parte del sistema Percepción-Consciencia
*puede definirse
como un verdadero órgano que está destinado, como representante de la realidad,
a asegurar un control progresivo de las pulsiones
*se presenta como
un mediador, aunque su autonomía es muy relativa
*constituye el polo
defensivo de la personalidad: ante la percepción de un afecto displacentero
pone en marcha una serie de mecanismos de defensa
*sus operaciones
defensivas son en gran parte inconscientes, en el sentido que el sujeto ignora
sus motivos y el mecanismo
*sus funciones son:
control de la percepción, prueba de la realidad, anticipación temporal de los
procesos mentales, pensamiento racional y defensa compulsiva contra las
exigencias pulsionales
EL SUPERYÓ constituye una instancia que se ha separado del Yo y parece dominar a éste,
como muestran los estados de duelo patológico, la melancolía, la neurosis
obsesiva y sobre todo el delirio de observación
La conciencia moral
es una de sus funciones y otra es la auto-observación indispensable como
premisa de la actividad juzgadora de la conciencia moral. El Superyó aplica un
rigurosísimo criterio moral al Yo; se convierte en un representante de la
moralidad y nos revela que nuestro sentimiento de culpabilidad moral es
expresión de la pugna entre el Yo y el Superyó
La inhibición
exterior es interiorizada siendo sustituida la instancia parental por el
Superyó, el cual vigila, dirige y amenaza al Yo exactamente como antes los
padres al niño. El Superyó se nos muestra como el heredero del complejo de
Edipo como vinculación afectiva
El Superyó es la
representación de todas las restricciones morales, y es edificado conforme al
modelo del Superyó parental
EN SÍNTESIS:
*se forma por la
interiorización de las exigencias y prohibiciones parentales
*constituye una
instancia separada del Yo a quien domina y su función es comparable a la de un
juez o censor con respecto de aquel
*sus funciones son:
la auto-observación; la valoración moral; la crítica y el juicio moral (conciencia
moral), la formación de ideales; los auto-castigos y los remordimientos
*se hace más
evidente clínicamente en el duelo y la melancolía, en la depresión, en la
paranoia, en la manía de sentirse observado y en la neurosis obsesiva
*se muestra como heredero
del Complejo de Edipo
Miguel Ángel Tosar,
Psiquismo y conducta del hombre
(psicología profunda)
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