La historia suscita cuestiones filosóficas variadas y estimulantes. Nos trae el pasado al presente, pone en relación tiempos diversos y plurales, compara formas de vida y de pensamiento. Una de las preguntas relacionadas con la filosofía de la historia consiste en plantear la posible repetición de sucesos del pasado: ¿Es posible, por ejemplo, que ocurra una tercera guerra mundial? Es posible que ocurra nuevamente Auschwitz? Después de la experiencia del nazismo, ¿Podría volver a ocurrir que el totalitarismo fascita se instalara en algún gobierno europeo? El sedante de la costumbre y la cotidianidad nos lleva a rechazar tal hipótesis. Parece que contamos con mecanismos políticos y sociales suficientemente sólidos como para desechar tal hipótesis. Por el contrario, la película que presentamos hoy, plantea un argumento distinto: no se trata de una cuestión política, sino fundamentalmente psicológica. Es nuestra mentalidad la que puede predisponernos al totalitarismo.
EL GABINETE DEL DOCTOR CALÍGARI
EL ORIGEN
La cuestión de la diferencia entre el sueño y la vigilia tiene un largo recorrido en filosofía. Origen, juega con esta oposición, añadiéndole una particularidad: la posibilidad de cambiar la vida real a través de los sueños. El protagonista de la película se ha convertido, muy a su pesar, en un especialista en este tipo de “intervenciones”: después de haber soñado durante mucho tiempo junto a su pareja, se ve obligado a vivir para siempre alejado de su familia. En ese destierro, real y sentimental, se dedica a profundizar en su habilidad, trabajando para empresas y gobiernos con la finalidad de extraer información a personas influyentes mientras duermen. Escapando de quienes le persiguen aparece un último encargo, que podrá permitirle volver a su casa si es completado con éxito. Como se ve, se entremezclan situaciones filosóficas, con otras características de las películas de acción, cristalizando en lo que algunos llaman, seguramente con precipitación, la Matrix del siglo XXI.
EL DISCURSO DEL REY
Un clásico libro de Austin lleva por título Cómo hacer cosas con palabras. Una de las tesis centrales de este libro defiende que hablar es una manera de hacer: según la teoría de los actos de habla hay palabras que cambian la realidad, que introducen nuevos estados de cosas. En cierta manera, El discurso del rey viene a darle la razón a Austin: cuando tenemos problemas con el lenguaje, podemos hacer menos cosas. Como por ejemplo, asumir las funciones propias de un monarca: cómo va a llegar a ser rey, el que es incapaz de dirigirse a su pueblo. Algo que a primera vista parece impensable, y que sin embargo ocurrió realmente poco antes del comienzo de la segunda guerra mundial. Un hecho histórico que sirve de hilo conductor para una película centrada en la superación personal con referencias a cuestiones psicológicas, políticas y lingüísticas. Una idea bien clara que se presenta: aprender a pronunciar bien las palabras nos recuerda, entre otras cosas, la naturaleza lingüística del ser humano. Somos lenguaje, y el protagonista de la película tiene una conciencia dolorosa de este hecho.
EL MÉTODO
Una de las frases más citadas de Heráclito nos recuerda que la guerra es el padre y rey de todas las cosas. Lo cual no quiere decir que siempre haya un enfrentamiento armado entre países, sino sencillamente que todos y cada uno de nosotros libramos unas cuantas batallas cada día. El conflicto y la oposición son la raíz de la vida y este se manifiesta desde lo más sencillo hasta el más delicado asunto de política internacional. Sin ir más lejos: el proceso de selección de personal de cualquier empresa. Esta es precisamente la situación que nos presenta El método: una guerra tan descarnizada como civilizada por ser la persona elegida para un puesto de trabajo. A partir de la película podríamos jugar con aquella frase según la cual la guerra es la continuación de la política por otros medios. A su manera, y de una forma quizás más evidente, la economía capitalista es la continuación de la guerra con otros medios. Una crítica que resulta tan dura para el capitalismo como para el propio ser humano.
EL DÍA QUE NIETZSCHE LLORÓ
Adaptar filosofía. Esta expresión sencilla recoge algo que es tremendamente complicado. Es en cierta manera lo que intenta la película El día que Nietzsche lloró. La película está basada en la novela de Irvin D. Yalom, y nos presente una hipotética relación entre el filósofo vitalista y el doctor Josef Breuer, uno de los precursores y mentores de Sigmund Freud. De esta forma, se enlazan dos de las grandes filosofías de la sospecha de finales del siglo XIX, a partir de una ficción que trata de explicarnos algunas de las vicisitudes de la vida de Nietzsche. La historia es el resultado de un cóctel complejo: el desengaño amoroso de Nietzsche y Lou Andreas Salome y la conflictiva relación médico paciente entre Breuer y Anna O., una de sus pacientes. Ambos personajes se cruzan con un plan: que el doctor pueda “curar” al filósofo y rehabilitarle para una vida socialmente normalizada.